lunes, 22 de septiembre de 2014

Calidad, Motivación. Quiero un Chile mejor

La calidad en la educación es un tema en constante discusión. Para abordar este tema, lo haré como lo que soy: un estudiante. Lo hago con una visión crítica, en la sala de clases.
     Llevamos media hora de clase, me senté al final de la sala con el computador encendido.  El profesor puso una actividad en la pizarra, e insiste que de aquí al miércoles, la tarea debe estar lista. Si realizo una descripción general de la sala, es que todos están desordenados, en grupos. Ahora bien, para no generalizar, la realizaré de manera particular, detallando a cada uno con lo que realiza. 
     Primera fila, primeros cuatro bancos de adelante, sentadas en parejas, trabajan las cuatro mientras conversan, comentan la tarea y ríen. Tras de ellas, dos chicos conversando con el de atrás, sin cuaderno en la mesa, con actitud algo desganada y desinteresada. Al final de esa fila, un hombre y una mujer, muy interesados en lo que hacen, que es ver algo de un teléfono, pinturas de uña y cosas así.
     Fila de en medio, primeros puestos, tres personas juntas, mujeres, trabajando y realizando la actividad enérgicamente y consultando frecuentemente con el profesor, a quien tienen en frente. A sus espaldas, una pareja de pololos, donde ella le trata de explicar y él le hace caso. Luego vienen puestos desocupados hasta llegar al final, donde en una banca, un chico medita sin moverse en todo el rato. Tiene una mano sosteniendo su cabeza, audífonos, la corbata sobre sus piernas y la camisa fuera del pantalón. Piensa quizá qué cosa y tiene la mirada perdida en el piso de la sala.
     Última fila, pegada a la ventana, de donde proviene el ruido. Primer puesto, una chica escuchando música y participando intermitentemente de la risotada masiva, que comienza radicalmente en el puesto de atrás, donde una mujer ríe con alevosía y su compañero de banca, aporta con motivos para la risa. Luego, el centro de tensión, es quien provoca las risas con su propia risa, junto a una chica que estucha atentamente lo que él dice y toma algo de apuntes sin lograr mayor éxito. Luego, tras ella hay un chico recostado en la pared, sentado en su silla, con audífonos, escucha música. Se hace el interesado, como que trabaja, pero en verdad, no ha escrito nada y aporta comentarios a la conversación. Al lado y algo distanciado, uno que trata de trabajar con los audífonos puestos, concentrado en su cuaderno. Realiza una actividad, pero de otra asignatura, pues debe entregarla atrasado. Ahora, tras dos puestos vacíos, vienen las últimas cuatro chicas, de aquellas que uno no conoce, pues nunca hablan. Ella parecieran trabajar, pero al estar al lado de ellas, me doy cuenta que no. Sólo son calladas, pero están jugando con los cuadernos, escribiendo, dibujando garabatos y comentando cosas en voz baja.
     Hay algunos autoexcluidos de estas tres filas, que son dos chicas que se esconden tras un gran mueble en que se guardan los libros, quedando así ajenas a la vista de los demás, y yo, que me mantengo en el pasillo, al final de la sala, escribiendo esto, que nada tiene que ver con la actividad dada por el profesor.
     Aproximadamente, ocho personas trabajan, y el resto, no hace nada productivo. De esta manera, me viene la interrogante sobre ¿qué necesitamos para una educación de calidad?, podemos tener los mejores de profesores, pero necesitamos la motivación. Pero ¡venga!, no sólo la motivación por parte de los estudiantes, sino también la de los profesores. Este curso no es malo, pero siempre en esta clase específica, estamos igual, pero en unos minutos, se cambia la hora, llega otra profesora, y todos se callan, volvemos a nuestros lugares, sacamos el cuaderno y nos ponemos a trabajar; sólo porque la motivación es distinta.
     No podemos, todos los jóvenes, estar motivados por algo que nos obligan a hacer, por muy bueno que sea en un futuro o en el mismo presente, pero sí, podemos lograr una motivación en conjunto con profesores que nos motiven a aprender. Luego de eso, recién podríamos hablar de la calidad en la educación: la educación que recibimos, la educación que pedimos y la educación que demostramos.
     De todas las personas que realizan o realizaron la actividad, son sólo mujeres. Son ellas las con motivación propia de realizar el trabajo, de aprender y obtener logros. Quizá porque la asignatura tenga que ver con lo que quieran ejercer a futuro, quizá porque se les haga fácil aprender esto, o simplemente, porque quieren.

     Yo, en lo personal, me siento distanciado de esta materia, no me interesa, no me siento obligado a aprenderla y creo, que en unos años me arrepentiré de no aprovecharlo.
     Ahora bien, creo que para lograr la preciada calidad en la educación, requerimos una motivación por obtenerla. Aquellas personas que marchan por esto, han tornado la interpretación de las marchas en Chile. Ahora, una marcha ya no es vista como una instancia de manifestación pública en favor de una postura, requerimiento o queja; para mí, en el tema de la motivación sobre aprender, estoy convencido con que, aquella gente que se lo pasa en marchas pidiendo educación de calidad, no presentan la motivación por aprender (y si lo hacen son los menos), y aprovechan las manifestaciones como excusas para no llevar a cabo el proceso de aprendizaje. Mientras, los que sí tienen motivación, estudian y quieren lograr metas en su vida, para las cuales necesiten del estudio, se dedican a superarse, presentar las interrogantes y resolverlas.
     Por supuesto, no todas las marchas representan vagancia, ni nada por el estilo. Nuevamente, no quiero generalizar, sino mostrar la ironía presente en el reclamo por la "educación pública de calidad". Claro que hay marchas que se manifiestan en contra de otras injusticias y que no generan vandalismo y que deben llamar la atención de las autoridades por su manera de actuar y argumentos. 
     Espero que no se malinterpreten mis dichos, por lo que sintetizo: Calidad viene de la mano de las ganas de lograrla, aunque no es el único factor para ello, aunque sí el principal. No estoy en contra de las marchas, sólo de las innecesarias o estúpidas. Confío siempre en un Chile mejor, con miras al futuro, en donde no haya injusticias que reclamar, porque viviremos en un país justo, donde reinará la verdad.
     Espero un Chile siempre mejor.

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