miércoles, 22 de octubre de 2014

Los versos recién comienzan

Continuando con el cuedernito de poemas, hoy traigo tres más. Con palabras inventadas, se centran en hechos, que suceden día a día, la rutina, la discriminación y conflictos en general. Son muy distintos, pero en tiempo son cercanos.

     Espera Melódica Silenciosa lo escribí el 16 de octubre de 2013, y no recuerdo si fue o no en el cuaderno. Ese fue el primer poema, pero arranqué la hoja y lo di a alguien para que lo publicara, o qué se yo. Luego, lo volví a escribir (pues le había tomado una foto), y lo volví a sacar en vacaciones de invierno, al regalárselo a una misionera española como recuerdo mío. Para mí, es un poema muy valioso, como todos, pero ése más aún, pues es el primero de esta etapa, y el primer poema mío que me aprendí casi completo de memoria; y aún, sin tener para leerlo, puedo escribir gran parte de él:
Espera melódica silenciosa,
La gente aguarda en sus asientos.
Su egoísmo y temor
Se nota en sus miradas;
Su tristeza y ambición
Se nota en su ser;
Su egoísmo y desempatía
Se nota en su actuar:
En apartarse un asiento
Del hermano que aun lado está.

     Si bien, la rima y la historia es muy mala, lo divertido es que este poema, primero fue un dibujo, que me motivó hacerlo una sala de espera, y de allí viene el nombre de Espera. Lo de melódica, es porque había una música ambiental muy sutil y que amenizaba el grave silencio de la gente. Ese silencio melódico, es que no estaba en silencio el lugar, pero sí lo estaba. La gente llegaba, miraba al que estaba sentado de pies a cabeza, y prefería correrse una silla más allá para no estar con él. Ese sentimiento de disgusto por la actitud fue lo que me llevó a escribirlo.

     Luego, pasan poemas de confesión, que nadie ha leído, a no ser que mi amiga se haya molestado en leer tan aburrido presente. Llego luego a otro poema simpático, como lo es Coca con limón, el que describe una de mis mañanas de soledad en la casa, donde despierto tarde, reviso el teléfono, desayuno un vaso de bebida con un trozo de limón flotando en ella, y ya no puedo seguir durmiendo. Lo que me gusta de escribir esas cosas tan simples e insignificantes, es que al volver a leerlas, vuelvo a recordar aquel momento y me veo nuevamente tirado en la cama, vistiendo pijama:
Coca con limón, mi desayuno
Acompañado de un mensaje al celular.
Ruidos interrumpieron mi descanso,
Ruidos que me han hecho despertar.
Mi pijama es ahora mi escudo,
Las emociones me invaden al pensar.
El cielo de gris, torna a celeste:
Creo que un gran día va a comenzar.

     Este poema se encuentra completo en mi página de poemas, en donde he filtrado algunos. En seguida de escribir ese, escribí Trompeta Multicolor, que en realidad, había escrito la primera parte en abril, y luego, en octubre o noviembre, al transcribirlo al cuaderno, le añadí más versos. Lo que me llevó a escribirlo, fue la toma que se le hizo al liceo cuando yo era presidente del CDA, y me opuse a realizarla, pues no tenía sentido. Los muertos alardeantes, era un grupo reducido que movió masas en mi contra, y rompieron mi trompeta multicolor, que representa mi voz pluralista y motivadora, por lo que debí cantar a capella, sacando autoritarismo y opresión. Ellos sabían que no conseguirían nada con la toma, ni lo hicieron, sólo querían la toma. Ese poema también está completo en mi página:
Soy un unicornio
Que va de paso por este mundo fugaz.
Al sonar de su trompeta
Levanta muertos alardeantes
Que aúllan por su bello y hermoso sonar.
(…) no logran lo que pedían,
Pero sí lo que querían:
No era algo mejor
Que mi trompeta multicolor.

     Ahora, la temática de los poemas, cambiará en los siguientes, pasando más a enfocarse en mí. Es así, como se encuentran desilusiones amorosas, enamoramientos, logros, sentimientos y demás, pero propios. Una pequeña muestra de eso han sido el poema del Unicornio y Coca con Limón.

domingo, 19 de octubre de 2014

Tiempo sin entrar, tiempo de rimar

Hizo falta más de dos semanas para que vuelva a escribir. No he escrito, simplemente por flojera. Soy un tipo inconstante. Más bien, sí lo he hecho y cuatro veces, pero ninguna de las tres me logró satisfacer ni tampoco las terminé. No me di el tiempo de volver a comenzar otra hasta hoy. Hoy escribo ésta, y es la definitiva. ¡Venga! Que si no subo algo ahora, ya sería bueno dar por muerto el blog, y además, sacando una síntesis de cada uno de los intentos anteriores de escritura, puedo sacar una gran entrada.

     Comencé hablando sobre mi peregrinación a los santuarios y fue lo que más temática me provocaba, y es por lo mismo que pienso que requiere una entrada especial y particular. Luego, traté también, quizá, algún tema medio amoroso o amistoso, los que siempre termino por traducir a poemas que jamás alguien leerá y los plasmo en mi cuaderno secreto, como por ejemplo un borrador que sigue aquí guardado bajo el título “Flores y Desamores”, en el que trataría de mezclar la hermosura del copihue con un “amorío frustrado”, y que comenzó como columna, siguió como narración, pasó a ser poema y lo he dejado como canción, la cual era muy larga y terminé por borrarla toda y volver a escribirla, mientras caminaba sólo de noche hacia mi casa.

     Si sigo con el tema de los poemas, me puedo detener y evocar toda esta entrada a ello, lo cual me parece estupendo, y a la vez refleja que mi entrada ha partido sin un norte definido, pero me quedaré en este tema que me parece ideal, más aún, cuando mi cuaderno de poesías, acaba de cumplir un año hace unos días. Es un cuaderno simple, que hace mucho quería comenzar y nunca lo hacía, hasta que un día me decidí y lo hice. Lo simpático, es que estuvo mucho tiempo en blanco luego que decidiera que sería destinado para ello, y un día aburrido del vacío, forcé unas líneas en clases de química; es así como se puede leer en la primera página, los siguientes versos:

Risas, ruidos, llamadas
¡Dejad esas bocas calladas!
Gritando, murmurando y hablando
En clase, el tiempo estamos matando.
  
  Refleja fielmente mis clases de química, pero luego, la mirada la puse en una pareja de compañeros, que se gustaban -según muchos- aunque jamás lo asumieron. Comienza a describir lo que hacían y con una rima muy rebuscada, el mismo continúa con:
Discuten, se retan y callan.
Se ríen y vuelven a hablar,
Se miran silentes y esperan
Lo que el tiempo les regalará.

     En verdad mi amigo gustaba de ella, pero no tenía el valor –quizá- de declararse, por lo que digo que:
El valor hace falta en algunos,
Pero sólo por formalidad.
Están juntas sus manos y risas:
Sus miradas reflejan verdad.
   
      Estos chicos, echaban corazones por los ojos, y todos sabíamos que se gustaban, pero jamás se atrevieron a formalizar como pololeo. Yo –soberbiamente- me atreví a presagiar lo que todos sabíamos: que un día pololearían, y es con lo que termino los dos últimos versos:
Se miran silentes y esperan:
El amor sus frutos dará.

     Estas líneas además, reflejan la paciencia, el amor y la valentía. Ellos ahora, son pololos, y se llaman Alonso y Daniela, a quienes les agradezco haber servido de motivación para el primer poema de mi cuaderno.


     Este cuaderno, lo transcribí una vez, bajo el título de: “Un Grito Desesperado” que fue mi pequeño, insignificante y a la vez con mucho significado, regalo para mi amiga Valeria, antes de irse de viaje. Fue una cosa sin ningún valor para alguien, pero que para mí, significa mis descargos y desahogos. Fue curioso, pues busqué por meses algo que regalarle, que sea parte de mi identidad, que sea algo que me recuerde, que sea una parte de mí que lleve consigo, y no fue sino una semana antes que se fuera, y cuatro días antes de que la vea por última vez, cuando se me ocurrió. Comencé al otro día a transcribir las hojas y hojas de versos, y estuve en los recreos haciéndolo. Una tarde imprimiéndolo totalmente artesanal, y luego, horas antes de entregárselo, lo anillé. Es lo más parecido a un libro que he hecho, pensando en eso de que un hombre debe plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, y de ser así, sólo me faltaría el hijo, pues tengo dos paltos ya que crecen muy bien.
  
     Ahora, creo que la temática de este blog la cambiaré radicalmente, quizá sólo por un tiempo, y me dedicaré a transcribir mis poemas con la explicación pertinente, sin importancia alguna, pues casi nadie lee mis entradas. Así, con este primer poema, dejo esta entrada. Decodificaré el resto y un día publicaré mi libro de poemas, con todos los que aquí tampoco están.

viernes, 3 de octubre de 2014

Santos chilenos

Y se nos fue septiembre, sacamos la bandera, guardamos los pañuelos y nos frotamos las manos esperando el año nuevo, mientras contamos en reversa los días para salir de clases. Yo, en tanto, cuento las horas para emprender mi peregrinación a los Santuarios chilenos, de santa Teresita de Los Andes, san Alberto Hurtado y la Catedral Metropolitana.
     Hace mucho no escribía; desde el lunes pasado. He pensado en comenzar a subir una entrada semanal, pero éso, lo iré viendo con el tiempo. Lo que ahora más me motiva a escribir, es la peregrinación.
     Tres veces en mi vida he ido a estos lugares, especiales e importantes en mi religión. Dos con mis abuelos, y una colado con el Colegio de Humanidades, el año pasado. Esta vez, también iré con mis abuelos, con quienes siempre salgo.
     Lo que ofrecen los santuarios, más que la infraestructura, es un lugar de encuentro espiritual, de confirmación, compromiso y cambio. El entrar al santuario del padre Hurtado, es entrar a un oasis en pleno Santiago, donde el gris, ruido y ajetreo, quedan fuera e ingresas a senderos de verdes jardines con un silencio tremendo y un sentir único. En Los Andes, el encuentro es masivo, al menos para mí. Siempre ha estado lleno de gente, donde buses y buses se estacionan uno al lado de otro, y la gente que los aborda, sale a recorrer.
     La última vez que fui, fue con motivo de la Caminata Joven, en Auco, donde miles de jóvenes cruzamos un cerro a pie, entre cantos, rezos, alegría y juventud, hasta terminar en el Santuario mismo, con una hermosa Misa presidida por el entonces sólo Arzobispo de Santiago, el hoy Cardenal Ricardo Ezzati.
     Una vez más me dirijo al norte (centro para otros) en busca de una experiencia indescriptible como lo son todas y poder disfrutarlo al máximo. Como mención especial, agradezco a mis abuelos por invitarme y llevarme, y como siempre, a Dios por las experiencias que siempre me concede.
     Me voy de viaje, físico y espiritual. Me voy con esperanzas de algo por encontrar. Me voy con deseos e ideales. Me voy... quién sabe si volveré.