domingo, 19 de octubre de 2014

Tiempo sin entrar, tiempo de rimar

Hizo falta más de dos semanas para que vuelva a escribir. No he escrito, simplemente por flojera. Soy un tipo inconstante. Más bien, sí lo he hecho y cuatro veces, pero ninguna de las tres me logró satisfacer ni tampoco las terminé. No me di el tiempo de volver a comenzar otra hasta hoy. Hoy escribo ésta, y es la definitiva. ¡Venga! Que si no subo algo ahora, ya sería bueno dar por muerto el blog, y además, sacando una síntesis de cada uno de los intentos anteriores de escritura, puedo sacar una gran entrada.

     Comencé hablando sobre mi peregrinación a los santuarios y fue lo que más temática me provocaba, y es por lo mismo que pienso que requiere una entrada especial y particular. Luego, traté también, quizá, algún tema medio amoroso o amistoso, los que siempre termino por traducir a poemas que jamás alguien leerá y los plasmo en mi cuaderno secreto, como por ejemplo un borrador que sigue aquí guardado bajo el título “Flores y Desamores”, en el que trataría de mezclar la hermosura del copihue con un “amorío frustrado”, y que comenzó como columna, siguió como narración, pasó a ser poema y lo he dejado como canción, la cual era muy larga y terminé por borrarla toda y volver a escribirla, mientras caminaba sólo de noche hacia mi casa.

     Si sigo con el tema de los poemas, me puedo detener y evocar toda esta entrada a ello, lo cual me parece estupendo, y a la vez refleja que mi entrada ha partido sin un norte definido, pero me quedaré en este tema que me parece ideal, más aún, cuando mi cuaderno de poesías, acaba de cumplir un año hace unos días. Es un cuaderno simple, que hace mucho quería comenzar y nunca lo hacía, hasta que un día me decidí y lo hice. Lo simpático, es que estuvo mucho tiempo en blanco luego que decidiera que sería destinado para ello, y un día aburrido del vacío, forcé unas líneas en clases de química; es así como se puede leer en la primera página, los siguientes versos:

Risas, ruidos, llamadas
¡Dejad esas bocas calladas!
Gritando, murmurando y hablando
En clase, el tiempo estamos matando.
  
  Refleja fielmente mis clases de química, pero luego, la mirada la puse en una pareja de compañeros, que se gustaban -según muchos- aunque jamás lo asumieron. Comienza a describir lo que hacían y con una rima muy rebuscada, el mismo continúa con:
Discuten, se retan y callan.
Se ríen y vuelven a hablar,
Se miran silentes y esperan
Lo que el tiempo les regalará.

     En verdad mi amigo gustaba de ella, pero no tenía el valor –quizá- de declararse, por lo que digo que:
El valor hace falta en algunos,
Pero sólo por formalidad.
Están juntas sus manos y risas:
Sus miradas reflejan verdad.
   
      Estos chicos, echaban corazones por los ojos, y todos sabíamos que se gustaban, pero jamás se atrevieron a formalizar como pololeo. Yo –soberbiamente- me atreví a presagiar lo que todos sabíamos: que un día pololearían, y es con lo que termino los dos últimos versos:
Se miran silentes y esperan:
El amor sus frutos dará.

     Estas líneas además, reflejan la paciencia, el amor y la valentía. Ellos ahora, son pololos, y se llaman Alonso y Daniela, a quienes les agradezco haber servido de motivación para el primer poema de mi cuaderno.


     Este cuaderno, lo transcribí una vez, bajo el título de: “Un Grito Desesperado” que fue mi pequeño, insignificante y a la vez con mucho significado, regalo para mi amiga Valeria, antes de irse de viaje. Fue una cosa sin ningún valor para alguien, pero que para mí, significa mis descargos y desahogos. Fue curioso, pues busqué por meses algo que regalarle, que sea parte de mi identidad, que sea algo que me recuerde, que sea una parte de mí que lleve consigo, y no fue sino una semana antes que se fuera, y cuatro días antes de que la vea por última vez, cuando se me ocurrió. Comencé al otro día a transcribir las hojas y hojas de versos, y estuve en los recreos haciéndolo. Una tarde imprimiéndolo totalmente artesanal, y luego, horas antes de entregárselo, lo anillé. Es lo más parecido a un libro que he hecho, pensando en eso de que un hombre debe plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, y de ser así, sólo me faltaría el hijo, pues tengo dos paltos ya que crecen muy bien.
  
     Ahora, creo que la temática de este blog la cambiaré radicalmente, quizá sólo por un tiempo, y me dedicaré a transcribir mis poemas con la explicación pertinente, sin importancia alguna, pues casi nadie lee mis entradas. Así, con este primer poema, dejo esta entrada. Decodificaré el resto y un día publicaré mi libro de poemas, con todos los que aquí tampoco están.

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