A la hora de hablar de la Iglesia en Chile, la gente se mantiene al margen por temor a ser considerada parte de ésta o se declara en contra. Los ataques a la Iglesia son variados; por ejemplo, en Siria y otros países, son asesinados al día, decenas de personas por el sólo hecho de ser cristianos y no renegar de su fe, por más salvaje o animal que parezca. Pero en Chile, también vivimos una realidad similar, que quizá no llega al asesinato físico de las personas, pero sí de su imagen muchas veces.
Tenemos el asesinato a la persona del Obispo de Osorno, Monseñor Juan Barros Madrid, a quien se le acusa de complicidad con el acusado sacerdote Karadima, pese a que la Justicia Civil y Eclesial hayan investigado por separado al prelado, sin encontrar falta alguna ni la una ni la otra. Pero siguen los ataques que han llegado más allá de lo verbal y escrito, incluso a lo físico, con agresiones a su persona en la ceremonia más sagrada para el Catolicismo, como lo es la Misa; pero él, con resilecia y humildad, busca maneras de generar lazos con todos para terminar con estas falsas acusaciones. Sin duda que el Obispo es también víctima de Karadima al sufrir de por vida este cargo sobre sus hombros de un delito que no cometió.
También está el reciente caso de los emails de los Cardenales Ezzati y Errázuriz, a quienes se les violó la privacidad de sus conversaciones cibernéticas en asuntos propios de sus ministerios, tales como, las asignaciones de cargos, y se les intervienen sus correos electrónicos y luego se hace público el contenido de ellos atentando directamente al Derecho a la Intimidad y Privacidad con la inviolabilidad de la correspondencia. La sociedad en vez de pedir justicia a favor de la violación a la privacidad de los Cardenales, se enrabia por el contenido de las misivas, como si estas fueren incorrectas en su contenido. Sin embargo, los Cardenales trataban temas de su competencia, y aún así, ni si quiera presentaron denuncias por tal delito.
Otro caso, es uno de los mencionados en uno de los emails de los Cardenales, que habla sobre el jesuita Felipe Berríos, sacerdote de corte liberal que expone temáticas contrarias a la Doctrina Católica y que por lo mismo genera división dentro de la Iglesia. Es apoyado por personas externas a la Iglesia que buscan su destrucción, y hacen muy bien, porque no hay mejor forma que destruir algo que haciéndolo desde adentro hacia afuera, y lo logran enfrentando posiciones dentro de la misma Iglesia, tildando de conservadores a Obispos que defienden lo que dice la misma Iglesia, sin embargo, estas declaraciones del controvertido sacerdote van no solo en contra de la Iglesia, sino también de los mismos Derechos Humanos, como en el caso del aborto que atenta el Derecho a la Vida. Finalmente, el sacerdote continúa generando polémica cada cierto tiempo por sus vinculaciones con la política, privilegiando tal vez esos motivos por sobre sus deberes pastorales.
Y así como Berrios apoya el aborto, lo es gran parte de la sociedad, que paradójicamente, eran los mismos que en tiempos del Gobierno Militar, pedían que se hagan respetar los Derechos Humanos, pero en nuestros días, practican secuestro, tortura y asesinato a miles y millones de humanos, antes de nacer, e incluso, quieren exigir lo mismo como otro Derecho Humano. Obviamente la Iglesia defiende como en todas las ocasiones al indefenso. Así como lo hizo en el Gobierno Militar, siendo la voz de los sin voz, defendiendo a los perseguidos por el oficialismo, hoy sigue defendiendo a quienes no tienen posibilidad de hacerlo. Y la respuesta de la sociedad es dividida. Una gran parte de la ciudadanía se manifiesta de manera pacífica en favor de la vida y en contra del aborto, mientras que minorías radicales, defienden el asesinato de bebés. Y si de Iglesia se trata, es lícito hacer desmanes, por lo que en julio de 2013, un grupo de feministas pro aborto ingresaron a la Catedral de Santiago en medio de una Misa para profanar el Templo con rayados, destrucciones, injurias y demás hechos condenados tanto por la Iglesia como por el Gobierno.
Luego, si queremos seguir enumerando casos en que la sociedad se manifiesta contra la Iglesia, tenemos muchos más casos, como lo son las polémicas con el Matrimonio Homosexual, la Eutanasia, los Anticonceptivos, etc…
Ergo, la Iglesia se mantiene firme en su postura frente a todos los casos, y la sociedad se continúa rebelando. La Iglesia condena los delitos, los rechaza y le repugnan. La sociedad espera algo más, mientras continúa atacando. Las mentiras crean ambientes tensos y cualquier gota rebalsa el vaso, porque como dice el proverbio chino: “Más ruido hace un árbol que cae, al de un bosque completo que crece en silencio”.